"Anora": El concepto de la irrealidad sensible de Sean Baker

por Nathalia Olivares
En 2024, el cineasta estadounidense Sean Baker continúa consolidando su estilo único con Anora, una obra que, tras ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, se posiciona como uno de los grandes estrenos de la temporada en la cartelera nacional. Esta película no solo reafirma su talento como director, sino que también ofrece una mirada crítica a los aspectos más oscuros y contradictorios del "sueño americano", tema recurrente en su filmografía.
La historia de Anora comienza con Ani (interpretada por Mickey Madison), una joven que trabaja como stripper y ocasionalmente se prostituye. Su vida da un giro cuando conoce a Iván (Mark Eydelshteyn), un millonario ruso con quien inicia una relación de una semana, que rápidamente se convierte en un matrimonio impulsado por el exceso de alcohol, drogas y sexo. Tras este impulso, Ani se traslada a Nueva York, donde comienza una nueva vida en un lujoso departamento junto a su joven esposo. Sin embargo, la fantasía se ve interrumpida cuando los padres de Iván, unos multimillonarios rusos, deciden intervenir y deshacer el matrimonio.
Lo que en principio parece ser una historia de ensueño tipo "Cenicienta", pronto se convierte en algo mucho más oscuro y lleno de tensión. A medida que el relato avanza, la atmósfera brillante de lujo y glamour de Las Vegas se disuelve, y la película se traslada a un tono más sombrío. Los personajes se ven atrapados en situaciones absurdas y tensas, y aunque el humor se cuela en momentos de crisis, la película nunca deja de mostrar una realidad que podría estallar en cualquier momento.
Baker, conocido por su habilidad para cambiar el rumbo de sus historias, utiliza este recurso en Anora para llevar al espectador de la fantasía al desencanto de la vida real. La historia de Ani, o Anora, no se aleja de los personajes de sus anteriores películas, quienes luchan por alcanzar el "sueño americano" a toda costa, sin importar lo que tengan que hacer. Al igual que en The Florida Project (2017) o Red Rocket (2021), los personajes de Anora se enfrentan a obstáculos insuperables, pero con la esperanza de que, algún día, su situación mejorará.
Este enfrentamiento entre la fantasía y la realidad se refleja en Ani, quien, como muchos de los personajes de Baker, vive en una ilusión que se desmorona rápidamente. En su mundo, las relaciones son solo un medio para alcanzar objetivos materiales y, a medida que su vida da un giro inesperado, la crudeza de la realidad la golpea, dejándola desnuda y vulnerable.
En cuanto a lo visual, la dirección de fotografía de Anora es impecable. Las imágenes retratan de manera certera el contraste entre el lujo superficial y la decadencia que acecha por debajo de la superficie. Este contraste se acentúa aún más cuando el relato toma un giro hacia lo sombrío, lo que genera una tensión palpable que acompaña al espectador hasta el final.
A pesar de su arranque algo pesado, con una primera parte que puede parecer lenta y previsiblemente falsa, Anora se convierte en una experiencia cinematográfica de alto impacto, donde la comedia, el drama y la crítica social se combinan para crear una narrativa que no solo se disfruta, sino que también invita a la reflexión. Baker, como siempre, cierra la historia con un giro inesperado, culminando en una conclusión desoladora pero profundamente humana.
Anora es una película que, como las obras anteriores de Baker, nos recuerda que, incluso en un mundo que parece desmoronarse, siempre hay espacio para la humanidad. Con su característico enfoque en la marginalidad, el lujo vacío y la lucha por el sueño americano, Anora se presenta como una obra fundamental en el cine contemporáneo.