Los Bunkers en el Nescafé de las Artes: Una nueva forma de lo ya conocido

12.04.2025


✍️ María Fernanda Araneda

 

Los Bunkers ofrecieron una presentación sólida, emocional y técnicamente impecable, replicando la propuesta acústica de su celebrado MTV Unplugged. El espectáculo, que forma parte de una extensa serie de conciertos en Santiago, confirmó que la banda vive uno de sus momentos más sólidos desde su regreso. Sin embargo, también dejó en evidencia una oportunidad perdida: la de explorar con mayor profundidad su vasto y rico repertorio.

El valor del unplugged

La noticia de que Los Bunkers formarían parte del legado de MTV Unplugged generó no solo entusiasmo, sino también preguntas. ¿Por qué la invitación llegó recién ahora y no cuando la banda estaba en su apogeo, antes del receso? ¿Y cómo es posible que más de dos décadas hayan pasado sin que otra banda chilena se sumara a esta icónica serie? Si bien las respuestas pueden quedarse fuera de esta reseña, el hito habla de un merecido reconocimiento a una banda que ha sabido trascender generaciones.

Tras una gira por México con este formato acústico, y luego del estreno de un documental y un álbum en vivo, Los Bunkers aterrizaron en Santiago con 25 funciones programadas. La presentación del 12 de abril fue una experiencia inmersiva, cuidada en cada detalle escénico, sonoro y emocional.

Dulce y Agraz: calidez desde el inicio

La noche comenzó con la participación de Dulce y Agraz, quien, con una propuesta de pop etéreo y minimalista, contrastó de manera armoniosa con el espíritu acústico del evento principal. Sin más recursos que su voz, pistas y una selección certera de canciones, logró conectar con una audiencia diversa. El momento más entrañable llegó con "Cuándo y Dónde", cuando invitó al público a acompañarla en el coro. Una presentación breve, pero emotiva, que sirvió como apertura ideal para la velada.

Una banda que sigue creciendo

Con el telón levantándose entre gritos y aplausos, el escenario reveló un montaje casi idéntico al del Unplugged televisado: lámparas colgantes, disposición circular e instrumentación diversa. La banda, ampliada con músicos invitados como el Cuarteto Austral y una cada vez más segura Cancamusa en la batería, dio inicio a una jornada de revisita emocional y celebración.

Desde la primera canción, "No me hables de sufrir", quedó claro que Los Bunkers no solo están en plena forma, sino que han alcanzado una madurez sonora admirable. La voz de Álvaro López se mantuvo impecable durante toda la presentación, mientras que la ejecución instrumental aportó nuevas capas a clásicos ya instalados en el cancionero chileno. Versiones como "Las cosas que cambié y dejé por ti" adquirieron una frescura inesperada, enriquecidas por instrumentos como el charango, theremín y órgano, que realzaron su carácter latinoamericano.

Destacaron momentos particularmente emotivos como "Canción para Mañana", en su versión introspectiva e íntima, o la aparición de "La Exiliada del Sur", una joya de raíz folclórica que resuena con fuerza en este formato acústico.

Nuevo Comienzo 

A pesar de la excelencia sonora y la entrega emocional, el setlist dejó cierta sensación de déjà vu. Más allá de algunos guiños como "Me muelen a palos" o la inclusión de temas recientes de Noviembre (2023), el concierto funcionó como una suerte de "Grandes Éxitos desenchufados". Faltaron esas canciones menos obvias, los llamados deep cuts que muchos fanáticos esperaban escuchar en un formato pensado para la reinterpretación.

Con 25 fechas por delante, habría espacio suficiente para arriesgar más: traer de vuelta temas olvidados como "Culpable"o "Canción de Lejos", que podrían brillar con la riqueza instrumental disponible. Es comprensible que se busque llegar a un público amplio, pero si hay algo que caracteriza a los seguidores de Los Bunkers es precisamente su fidelidad. No hay fan casual aquí, y esa es una ventaja creativa que podría aprovecharse más.