Strange Darling: La Estética de lo Predecible

06.12.2024

Strange Darling (Asesino serial) es un thriller psicológico dirigido por JT Mollner (Outlaws and Angels), con Willa Fitzgerald (Scream: The TV Series, Reacher) como The Lady (o Electric Lady) y Kyle Gallner (Jennifer's Body, The Haunting in Connecticut, Smile) interpretando a The Demon. La película, estructurada en seis episodios, sigue a dos personajes desconocidos que se ven atrapados en un violento y peligroso juego de persecución. Su narrativa fragmentada y no lineal permite al espectador descubrir lentamente los giros de la trama, mientras que cada capítulo redefine el intercambio de poder entre los protagonistas, quienes fluctúan constantemente entre ser víctimas y victimarios.

Uno de los mayores logros de la película radica en su estética visual, destacándose la elección del rodaje en 35 mm, que le otorga una textura única y un aire nostálgico, remitiendo en su estilo tanto a Kill Bill: Vol. 1 como a Natural Born Killers. Aunque no se trata de un homenaje directo, la influencia de estos filmes se siente como una declaración artística que, junto con las cuidadas locaciones, el diseño de vestuario y la fotografía, construye un universo visualmente consistente.

Sin embargo, el mayor atractivo de la película, impulsado por su campaña promocional, es la promesa de una historia intrigante sobre un asesino serial, centrada en el suspenso y en un análisis profundo de las motivaciones psicológicas de los personajes. El guion de Mollner busca desafiar los clichés del género, abordando temas como la violencia, las complejidades del comportamiento humano y la "otra cara" de la moralidad. Pero estas intenciones quedan parcialmente sin cumplir. Si el filme trataba de ser irónico, el resultado es más bien torpe y superficial. Y si su objetivo era subvertir las convenciones del género, particularmente en cuanto a las representaciones de género y violencia, la película se queda corta, revelando una falta de originalidad genuina.

Los giros narrativos y el tratamiento de la historia intentan sorprender con enfoques innovadores, pero en su lugar caen en lo oportunista y artificial. Los diálogos, llenos de banalidades, no contribuyen a profundizar en los personajes, y el tono, aunque probablemente intencionalmente crudo, termina siendo caprichoso y sin sustancia. A pesar de estos fallos, Fitzgerald ofrece una interpretación sólida que logra sostener gran parte de la película, mientras que Gallner se limita a interpretar dos versiones unidimensionales de su personaje, sin mayor desafío.

Strange Darling brilla por su calidad visual y técnica, y su estructura no lineal mantiene el suspenso durante la primera mitad. Sin embargo, en su clímax, la película se desploma hacia un desenlace predecible y excesivamente familiar, lo que socava la tensión acumulada. La sensación final es la de un esfuerzo por sorprender, con giros que se sienten más como un truco oportunista que como una revelación orgánica. Aunque no oculta su deseo de atraer al público, le falta el esfuerzo de enriquecer su historia más allá de una fachada superficial.